Reflexión: ¿Y si no fuera un cuento?

Para llevar a termino una reflexión metódica del libro “¿Y si no fuera un cuento?” de Esteban Serra, he extraído varios fragmentos (en orden no secuencial) que refleja las ideas principales o, como mínimo, las que más me han llamado la atención.

“Cualquier problema o dificultad que encuentres en el camino
será una oportunidad para aprender.”

Todo lo negativo tiene un elemento positivo, la mayor de las desgracias siempre viene acompañado de un beneficio oculto, lo difícil habitualmente suele ser encontrar esa parte constructiva en un mar de negativismos y/o sentimientos dolorosos.

En mi vida, he podido ir observando que todo suceso negativo que me ocurría, al cabo del tiempo podía obtener frutos positivos (en ocasiones más, en ocasiones menos). Estos frutos podían ser en forma de madurez o quizás en forma de iniciativas por el cambio. Pero en cualquier caso, solo ha sido con el tiempo con lo que he sido capaz de ver el beneficio y no durante el sufrimiento de una situación desagradable.

Por más que la experiencia me muestre que dentro de todo mal, hay un bien (Yin-Yan), soy humano, y como tal tropiezo en la misma piedra de la angustia, frustración, dolor, etc… cuando me tengo que afrontar a una situación emocionalmente adversa.

Dar forma a toda esa energía negativa que viene contra nosotros y transformarla en nuestro propio beneficio (Aikido) es un don muy preciado, al cual deberíamos aspirar toda persona que desee enriquecerse y crecer.

“¿Debes o quieres?”

La sociedad, familia, circulo de amistades, etc… nos ha transmitido unas obligaciones, muchas de ellas forman parte de una ética positiva (e.g. no matar), pero otras hacen referencia a inventos superfluos frutos de la tradición, de la ignorancia o del dogmatismo (e.g. no mantener relaciones sexuales antes del matrimonio). Ese sentimiento de “deber” puede llegar a agobiar al ser humano, obligándole a esconder u ocultar la violación de esas reglas impuestas. Seria positivo escuchar un poco más a nuestra voluntad y ver lo que realmente queremos, o si estamos dispuestos a seguir lo que debemos hacer con tal de conseguir otra cosa que queremos más (e.g. llevar el uniforme en una escuela prestigiosa para poder estudiar en ella).

En cualquier caso, en este punto puede medirse la integridad de la persona hacia su voluntad. Aquel que desee la erradicación de la pobreza mundial y en cambio lleve una vida de lujo y despilfarro no esta siendo consecuente con su voluntad, o simplemente su voluntad no es la que cree que es.

El deber nos ata, hace que personas que quieren ser artistas acaben estudiando medicina por presión familiar y esto no beneficia a nadie.

Es importante actuar como queremos y no como nos imponen que actuemos, por supuesto, sin sobrepasar el egoísmo desmesurado. ¿A que me refiero con egoísmo desmesurado? Si bien puede ser positivo para una persona en particular, actuar de forma egoísta con tal de poder sentirse mejor consigo mismo, hay egoísmos que repercuten muy negativamente en terceros. ¿Cual es el límite del egoísmo positivo? Difícil pregunta, cuya respuesta seguramente empiece por un “depende…”.

- ¿Podrías decirme,por favor, que camino he de seguir desde aquí?
- Eso depende del lugar al que quieras ir.
- No me importa mucho a dónde.
- Entonces no importa por dónde vayas.

Una de mis profesoras de matemáticas de mi instituto se quejaba de algunos alumnos, a los cuales, cuando intentaban resolver problemas, ella les preguntaba:

– ¿Que hacéis?
– Busco.
– Pero ¿Que buscas?
– No lo sé, pero busco.

Si no sabemos lo que buscamos ¿Cómo vamos a encontrar una solución?

Muchas veces nos agobiamos y nos centramos únicamente en el camino que debemos seguir en nuestra vida personal o profesional, cuando en realidad no sabemos hacia que objetivo queremos dirigirnos. Esta situación solo puede producir insatisfacción y frustración, lo primero es saber a donde queremos ir, después ya veremos como llegar allí.

Cuando te encuentres en un callejón sin salida, sal por donde has entrado.

En clase de filosofía de mi instituto, escribimos entre todos un libro de aforismos que aun conservo. Uno de los que yo aporté era: “Si ves que tu camino no tiene salida, constrúyela tu mismo”. La idea es ligeramente diferente a la que se refleja en la frase del libro, pero me gustan ambas.

La frase del callejón me inspira algo que considero muy importante: reconoce los errores y rectifícalos siempre que sea posible. Mientras que mi humilde aforismo, me recuerda que en las situaciones sin solución aparente, debemos intentar reunir el optimismo y la esperanza necesaria para generar alternativas que nos permitan superarla.

“Las grandes empresas no son las más poderosas, 
las grandes empresas son las que mejor se adaptan” (bambú y roble).

El bambú adaptativo y el gran roble todopoderoso, son un claro ejemplo de una frase que indicó un profesor en una de las clases del MBA: “Las grandes empresas no son las más poderosas, las grandes empresas son las que mejor se adaptan”.

El ejemplo de las compañías Kodak o Polaroyd ratifican este hecho. Ambas fueron grandes empresas hace años, las cuales no supieron adaptarse a los retos de la fotografía digital y actualmente han pasado a una segunda división. Ser grande y poderoso no es garantía de futuro.

La misma idea puede ser trasladada a las personas de forma individual, ahora mismo podría ser una persona altamente cualificada en mi área, puedo incluso ser el mejor profesional en mi sector, pero si no sé adaptarme a los nuevos cambios y no me mantengo en formación continua, mi reinado puede que no llegue más allá de un par de años, meses o incluso semanas.

Es más, en el terreno personal podríamos sentirnos en un equilibrio total con una vida completamente estable. Basta que venga una pequeña tormenta (e.g. enferma/fallece un familiar, nuestra relación de pareja se rompe, …) para que nos haga perder completamente el rumbo. Saber adaptarse a esos nuevos desafíos y ser capaz de afrontarlos exitosamente es de lo más valioso, y a lo que todos deberíamos aspirar.

El hielo, que es quebradizo, antes fue agua ¿Podrías romper el agua? ¿Verdad que no?
En cambio al hielo sí. No olvides: en cada momento debes mostrarte adecuándote a la
situación que te llega. Por ello no dejarás de ser tu mismo, ya que el hielo y el agua,
esencialmente, son lo mismo.

Seguimos hablando de adaptabilidad. El ejemplo del agua y el hielo muestra perfectamente como el mismo elemento puede encontrarse en dos estados opuestos, cada uno de ellos puede ser favorable para un entorno u otro. Nosotros, dado que tenemos influencia en nuestro estado personal, seremos lo encargados de decidir que es lo mejor en cada situación.

Cuando aceptamos, empezamos a comprender y después a tolerar...
La tolerancia es una de las llaves que nos evita el sufrimiento.
El saltamontes que pretende volar: debemos aceptar lo que somos y
hacer lo que mejor sabemos hacer sin pretender ser otra cosa.

Aceptar nuestros defectos puede ser uno de los mayores retos del ser humano. Sin perder nunca de vista que la mejora personal es vital para crecer, es necesario reconocer las características que complican nuestra vida y que no nos gustan.

Para poder hacer felices a los demás, primero debemos ser felices nosotros. Para poder ser felices, tenemos que aceptarnos tal y como somos.

En consecuencia, no podemos intentar actuar como lo que no somos o la frustración por nuestro fracaso será tal que podemos amargarnos la existencia. Si soy una persona tímida y me empeño en que debo aparentar ser el rey de las fiestas, voy a chocar de frente con la cruda realidad. Si nos aceptamos tal y como somos, tímidos en este ejemplo, y queremos mejorar esa faceta, podremos idear una serie de pequeñas metas para evolucionar como persona, pero jamás deberíamos intentar hacernos pasar por lo que no somos si queremos conservar nuestro equilibrio interior.

El pasado forma parte del pasado, vive el presente.
Cuando busques algo, levanta la cabeza mira hacia delante y confía
en que lo encontraras. Lo que te ocurre, hormiguita, es que no crees en ti
y por eso buscas en tu saquito, el cual, o mucho me equivoco, debería formar
parte de tu pasado y no de tu presente.

Los seres humanos tenemos la tendencia a quedarnos anclados en el pasado, es más, nos encanta mitificar cualquier tiempo lejano. Vivir mirando al pasado es como intentar conducir con el freno de mano puesto.

Si bien es cierto que las experiencias deben servirnos para aprender y crecer, no es nada recomendable revolcarse en el dolor o la melancolía que puede generar esas vivencias.

- Te voy a poner un ejemplo – dijo Oria – los 2 vamos caminando
   por el bosque y empieza a llover ¿Que ocurriría?
- Vaya tontería – dijo Teba – que nos mojaríamos los dos.
- De acuerdo, y tu ¿como te sentirías?
- ¿Yo? Fastidiado
- Pues yo lo aceptaría tal y como es. Ves Teba que solo nos ocurren las
   cosas que permitimos que nos sucedan. Tú, en el momento de la lluvia
   puedes decidir si te enfadas o juegas con ella. La lluvia no puede hacerte
   nada por ella misma. Eres tu el que decide. Y yo siempre intento elegir
   lo que me hará sentir mejor.

Nuestra mente puede predisponer nuestros sentimientos, una mente optimista y positiva puede ayudar a suavizar los sentimientos negativos o las situaciones angustiosas. Pero, hoy por hoy, pongo en duda que la mente sea capaz de calmar esos sentimientos al 100%.

De este dialogo, me gustaría quedarme con la idea de lo importante que es nuestra actitud a la hora de afrontar la vida, dado que eso determinará una mejor respuesta al entorno. Sin embargo, no puedo dejar de ser escéptico con la idea de que “solo nos ocurren las cosas que permitimos que nos sucedan”.

Por poner un ejemplo positivo, yo no puedo decidir de quien me voy a enamorar, los sentimientos (sean procesos químicos o algo “mágico”) tienen un grado de independencia importante y no puedo modificarlos solo con mi actitud.

Sin embargo, en otras circunstancias si puedo conseguir una mejora en la respuesta de mis sentimientos. Si soy un persona de baja estatura y consigo aceptarme a mi mismo con dicha característica (como comentaba en un punto anterior), podría conseguir que no me afectase el hecho de que me llamen “enano”.

[[Historia del elefante encadenado desde pequeño, al hacerse
      grande sigue sin intentar escapar pq cree que no podrá.]]

Un elefante de circo, en su más tierna infancia es encadenado con una estaca de madera. Este intenta escapar, pero dado su pequeño tamaño no es capaz de deshacerse de las ataduras que lo retienen, de forma que con el tiempo acaba abandonando. Cuando ya es un elefante adulto y fuerte, sigue sin intentar escapar porque piensa que aun es incapaz de romper la frágil estaca que lo retenía.

Esta historia refleja a la perfección las situaciones en las que intentamos conseguir un objetivo y fracasamos. Acto seguido, descartamos por completo el volver a intentar llegar a la meta establecida dado que el fracaso pasado nos hace pensar que un nuevo intento acabaría con el mismo resultado negativo.

Fracasar una vez, dos, tres… no significa que algún día estemos preparados para por fin llegar a nuestro objetivo. Es importante no olvidar, que cada día que pasa, cada hora, cada minuto… somos una persona diferente que ha adquirido nuevas experiencias. Por tanto, nuestro yo del presente quizás si pueda afrontar exitosamente un fracaso del pasado.

De hecho, una vez hemos fracasado y recapacitado sobre ello, ya somos una persona mucho más rica y sabia. Todo el mundo sabe que se aprende más de los fracasos que de los éxitos, por eso es muy importante la constancia para conseguir aquello que queremos.

Teba, tu no eres el responsable de la vida de los demás, tan solo lo eres de la tuya propia.

Una persona, es el responsable principal de si mismo, pero no creo que sea el único. Hasta que no somos lo suficiente mayores como para ser independientes en la sociedad que vivimos, nuestros padres son responsables de nuestra vida. De la misma forma, el día que decidimos tener hijos seremos los responsables de estos.

De hecho, creo que para poder estar de acuerdo con la frase citada del libro, tendríamos que indicar que entendemos por responsabilidad. Si entendemos “ser responsable” por “ser el dirigente”, entonces puedo estar de acuerdo con la idea expresada. En cualquier otro caso, considero que habría que matizar mucho más.

Recordad: Lo único que verdaderamente importa es
nuestra opinión de nosotros mismos.

La idea que se intenta reflejar es importante, debemos dejar de valorar tanto las opiniones que tienen los demás de nosotros y empezar a dar más importancia a nuestra propia opinión. Si bien suele ser un gran limitante de las personas tímidas, irse al extremo opuesto puede ser un arma de doble filo. Un delincuente, aunque tenga una muy buena opinión de si mismo, lo importante es que su realidad no puede ser calificada de positiva.

Quizás habría que entrar un poco más en profundidad en la pregunta “¿Somos lo que hacemos o somos lo que pensamos?”. El delincuente puede pensar en hacer buenas acciones, pero al día siguiente acaba atracando algún nuevo comercio. ¿El delincuente es lo que piensa o lo que hace?

Una persona honesta podría plantearse el atracar un banco para poder jubilarse, sin embargo nunca llega a llevar a cabo su idea. ¿Esta persona es lo que piensa o lo que hace?

Creo que los ejemplos dejan bastante claro que por regla general, somos lo que hacemos. Tenemos una fuerte tendencia a escudarnos detrás de la frase “pero es que yo no soy así”. Recuerdo ese mismo comentario de un amigo que estaba saliendo con dos mujeres paralelamente, y lo único que había de cierto es que no podía aceptarse a si mismo con dicho comportamiento. Eso nos ocurre a todos en un momento u otro de nuestra vida, conseguir tener claro que somos lo que hacemos puede ser todo un logro en el camino de la auto-aceptación.

El niño de su pasado le dijo:
- Todo lo que hice te llevó hasta aquí, por eso estoy. Yo ya debo partir.
   Has sido capaz de aceptarme y quererme, mi tarea está terminada.

El niño del futuro:
- Todo depende de ti. Tu decides, nosotros siempre estaremos aquí.

Como ya he comentado, aceptarse a si mismo es muy importante, pero no podemos olvidarnos de aceptar nuestro pasado. Somos el resultado de nuestra genética y nuestras experiencias, para aceptarnos es importante aceptar también los errores de nuestro pasado y las vivencias que hayamos tenido en general.

Conclusión

La mayoría de las ideas expresadas en el libro son muy positivas y animan al lector a evolucionar y crecer como persona. Sin embargo, no debemos tampoco despegar los pies del suelo, tanto las ideas del libro como los comentarios personales que he añadido conllevan un trabajo personal muy importante. No considero nada fácil poder llevar a cabo la filosofía aquí expresada, dada nuestra condición humana y dada la sociedad en la que hemos sido educados, poder alcanzar algunas de estas metas es toda una hazaña y tampoco nos va a librar por completo del dolor o sufrimiento en nuestra vida.

No creo que la filosofía, la psicología o las técnicas de auto-ayuda deban vender la completa y eterna felicidad, pues igual que no hay blanco sin negro, no puede haber dicha felicidad sin momentos menos positivos.

No soy ningún “iluminado” y por tanto, los comentarios y reflexiones que he expresado son frutos de mi lado más racional. En consecuencia, en la mayoría de los casos no cumplo aquello que predigo a pesar de que si que trabajo para poder interiorizar las ideas expresadas y mejorar día a día.

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